2 de Abril de 2025

Entrevista a Asier de Celis de Loraontech

Hoy entrevistamos a Asier de Celis, fundador y CEO de Loraontech, especialistas en soluciones con tecnología IOT Lorawan.

Para quienes no os conocen, ¿cómo nació Loraontech y qué necesidad queríais resolver? 

Loraontech nació hace más de tres años, cuando mi hermano y yo empezamos a experimentar con sensores en una finca cerca de Vitoria-Gasteiz. Al principio fue un juego, probando distintas mediciones y formas de comunicación, hasta que descubrimos el potencial de LoRaWAN: una tecnología de radiofrecuencia con bajo consumo energético y gran alcance.

Lo que nos sorprendió fue precisamente eso: permite instalar sensores en zonas rurales sin necesidad de infraestructuras complejas, y con una autonomía de batería de hasta cinco años. Vimos enseguida que podía transformar la forma en que se toman decisiones en el campo. Nuestra misión se volvió clara: digitalizar el mundo rural de forma sencilla, sostenible y accesible.

¿De dónde viene el nombre Loraontech? 

El nombre nace directamente de la tecnología que usamos: LoRa on Technology, o dicho de otra forma, tecnología basada en LoRa.

LoRa (Long Range) es una tecnología de comunicación inalámbrica pensada para el Internet de las Cosas (IoT), ideal cuando se necesita enviar pequeños paquetes de datos a grandes distancias y con un consumo mínimo de energía. A diferencia de otras soluciones como WiFi o 4G, LoRa permite conectar sensores ubicados en entornos rurales o remotos sin necesidad de cobertura móvil ni conexión a la red eléctrica. Esa versatilidad nos permite crear soluciones realmente adaptadas al medio agrícola, sin depender de infraestructuras costosas o complejas. Más allá del juego de palabras, el nombre refleja nuestra apuesta por una tecnología simple, eficiente y accesible para el medio rural.

¿Qué os diferencia de otras soluciones del mercado? 

Lo que nos diferencia en Loraontech es que no nos limitamos a vender sensores o software. Diseñamos y fabricamos nuestros propios dispositivos, integramos tecnología de terceros cuando es necesario y desarrollamos el software que permite gestionarlo todo de forma eficiente. Esto nos permite ofrecer una solución completa, adaptada a cada necesidad, desde el inicio hasta la implementación final. 

Nos encargamos de todo el proceso: instalamos antenas, configuramos sensores, generamos informes personalizados y acompañamos al cliente para que entienda, interprete y aproveche los datos recogidos en su explotación. Además, estamos desarrollando un sistema propio de almacenamiento, para que toda la información generada por los cultivos permanezca en origen. Nuestro objetivo es claro: que el agricultor tenga el control total sobre sus datos y que estos no terminen en servidores de terceros.

¿Dónde veis Loraontech en los próximos 2-3 años?

Si todo va bien —y estamos trabajando a tope para que así sea—, nos vemos como una empresa consolidada en el sector agro, pero también expandiéndonos hacia nuevos ámbitos como la agroindustria, la industria 4.0 y las smart cities.

En el mundo agro, queremos seguir ayudando a agricultores y cooperativas a digitalizar sus cultivos, optimizar recursos como el agua y los fertilizantes, y tomar decisiones con base en datos reales. Pero, además, vemos una oportunidad enorme en la transformación digital de procesos industriales, donde nuestros sensores y tecnología LoRa pueden monitorizar variables clave como temperatura, humedad, consumo energético o mantenimiento preventivo, con costes muy bajos y alta eficiencia.

En el ámbito de las smart cities, creemos que nuestra tecnología puede aportar mucho valor: desde sensores para controlar la calidad del aire o la gestión del agua, hasta soluciones para monitorizar aparcamientos, alumbrado público o ruidos urbanos. Todo esto usando redes LoRaWAN, que son perfectas para desplegar soluciones de bajo consumo y gran alcance sin depender de infraestructuras costosas.

Además, queremos que nuestra plataforma de software evolucione hacia algo todavía más potente: una herramienta inteligente, intuitiva y personalizable que permita visualizar y cruzar datos en tiempo real, aplicar inteligencia artificial para detectar patrones o prever incidencias, y todo ello con una filosofía clara de soberanía digital. Que cada comunidad, empresa o agricultor pueda tener el control total sobre sus datos, sin depender de grandes plataformas externas.

Y lo más importante: seguir creciendo sin perder nuestra esencia. Cercanía, compromiso con la sostenibilidad y pasión por la tecnología útil. 

¿Qué ha sido lo más difícil y lo más satisfactorio de emprender hasta ahora?

Lo más complicado ha sido sin duda compaginar el emprendimiento con nuestros trabajos. Sacar adelante un proyecto como este exige mucha dedicación y, al principio, no puedes permitirte dejar tu empleo principal, así que terminas robando horas al sueño y a tu tiempo libre.

Pero ver cómo las ideas se convierten en soluciones reales, cómo los clientes empiezan a confiar en ti y cómo tu esfuerzo da frutos, es una satisfacción enorme. Es ese momento en el que ves que todo el esfuerzo, las dudas y el cansancio han valido la pena.

¿Qué no ve la gente detrás de montar una startup y debería saber?

Lo que no se ve es la montaña de horas que hay detrás, la energía mental que consume y la soledad que muchas veces conlleva. Emprender es empezar desde cero, muchas veces sin una guía clara. Te toca aprender de todo: desde cómo montar una web hasta cómo hacer facturas, presentar subvenciones o negociar con proveedores.

Es un proceso en el que fallas mucho, y cada fallo te obliga a volver a levantarte, corregir, aprender y seguir. La resiliencia es una herramienta básica. No es solo tener una idea, es tener la energía para construirla ladrillo a ladrillo… muchas veces sin saber si el edificio se va a sostener.

Si pudieras volver atrás y empezar de nuevo, ¿harías algo diferente?

Sin duda. Repetiríamos la aventura, pero aplicando desde el principio todo lo que hemos aprendido en estos años. Eso nos permitiría avanzar mucho más rápido y cometer menos errores.

Pero también sabemos que esos errores fueron necesarios. La experiencia es, en gran parte, el resultado de equivocarse muchas veces… y seguir adelante.

¿Cómo conciliáis el emprendimiento con vuestra vida personal? ¿Hay alguna rutina, hábito o “truco” que os ayude a mantener el equilibrio?

Es complicado, no vamos a engañarnos, sobre todo cuando tienes otro trabajo además del proyecto. Lo que nos ha ayudado es tener objetivos claros y alcanzables, dividirlos en pasos pequeños y medibles. También es clave tener constancia y saber cuándo decir “hoy ya es suficiente”. Y rodearte de un equipo que comparta la visión y se apoye mutuamente. En momentos difíciles, eso marca la diferencia. No hay fórmula mágica, pero organizar bien el tiempo y celebrar cada pequeño avance ayuda mucho a mantener el ánimo.

Ronda de preguntas rápidas

  • ¿Películas sobre emprendimiento que recomendéis?
    • La red social – Un buen recordatorio de cómo la ambición mal gestionada puede romper equipos. Más que inspirar, enseña qué caminos evitar.
    • Coach Carter – Una historia que nos encanta por su mensaje claro: con disciplina y propósito, se pueden cambiar realidades. Inspiración pura para cualquier emprendedor
  • Marca/empresa que os inspira:
    • Netflix: Nos inspira cómo supieron reinventarse radicalmente, sin miedo a matar su modelo inicial. Ese tipo de valentía empresarial es clave.
    • Steam (Valve): Admiramos su forma de escuchar a la comunidad, innovar sin perder el foco y mantener la calidad sin ceder ante las modas.
  • ¿Frase que más os motiva en vuestro trabajo? «El éxito no consiste en no caer nunca, sino en levantarse cada vez que se cae.»
  • Si pudieseis tener una reunión con algún personaje de la historia con quién sería? Leonardo da Vinci. Su capacidad para mezclar arte, ciencia y curiosidad sin límites es exactamente el tipo de mentalidad que admiramos. Nos encantaría saber cómo abordaría los retos tecnológicos de hoy.
  • ¿Si volvieras al pasado, volverías a emprender? Sí, sin pensarlo. Emprender ha sido como hacer un máster en la vida real. Cometeríamos menos errores, sí, pero no cambiaríamos ni uno de los aprendizajes que nos han traído hasta aquí.

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